En vivo y en directo. Autocrítica sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre. Basta de excusarse en el mundo, la vida o la sociedad. ¿Acaso no formamos parte del mundo? ¿No somos dueños de nuestra vida? ¿No somos los que sostenemos esta sociedad?

martes, 14 de febrero de 2012

La pregunta


Déjenme plantearles unas sencillas preguntas. En realidad, es solo una pregunta repetida. Y como no tienen que contestar en voz alta o por escrito —salvo si lo desean— ahórrense engañarse a sí mismos...

Imaginen que la empresa donde trabajan está pasando dificultades. O al menos, eso dicen los jefes, lo que es su discurso habitual cuando hablan con sus empleados. Y eso, cuando tales conversaciones no son veladas amenazas para intentar estirar las condiciones laborales a su favor.

Pero el caso es que, con la que está cayendo y se ve, lo de las dificultades esta vez probablemente sea cierto. Habrá quien intente aprovecharse de la situación, pero ninguna empresa —excepto Apple— está ganando hoy más que hace un año.

Así pues, sigan imaginando —quizá no demasiado— que la empresa donde trabajan tiene dificultades y sus gestores están pensando en optar por el camino más fácil: recortes de personal...

Y aquí viene la pregunta: ¿renunciarían ustedes a parte de su sueldo para evitar que un compañero fuera despedido? Esperen. No pongan condiciones ni matizaciones. Hablo de una opción libre y voluntaria y para nada supeditada al hecho de que sea una medida generalizada entre toda la plantilla, que incluya a los jefes, o que sea acorde a los ingresos de cada uno, de forma que quien más cobra más renuncia.

Dejen que se la repita: ¿renunciarían ustedes a parte de su sueldo para evitar que un compañero fuera despedido? Pero cuidado. Tampoco sirve negar la realidad o esconderse en la responsabilidad de los gestores —que puede existir— para exigir que sean ellos quienes se hagan cargo de mantener el puesto de trabajo a costa de sus sueldos.

Les pregunto una vez más: ¿renunciarían ustedes a parte de su sueldo para evitar que un compañero fuera despedido? Y de nuevo les pido que no filtren sus respuestas por su nivel de vida o necesidades actuales. Aunque evidentemente hay un límite, todos tenemos experiencia de poder pasar con menos.

Y es que la “gracia” de la caridad —el amor cristiano— no radica en desprenderse de lo que te sobra, sino de aquello que incluso te hace falta. Y hacerlo sin condiciones, ni exigencias, ni reservas, ni mirando las actitudes de otros. Y mucho menos, buscando excusas o atajos.

Por última vez, de verdad, ¿estarían ustedes dispuestos a renunciar a una parte de su sueldo para evitar que un compañero fuera despedido?

No les “sermoneo”. O por lo menos, no a ustedes solamente. La pregunta también me la hago a mí mismo, y no me atrevo a dar una respuesta. No sé a ustedes, pero a mí me falta fe, me falta esperanza, me falta caridad...

La semana que viene comienza la Cuaresma. No se agobien, pero vayan pensando...

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