En vivo y en directo. Autocrítica sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre. Basta de excusarse en el mundo, la vida o la sociedad. ¿Acaso no formamos parte del mundo? ¿No somos dueños de nuestra vida? ¿No somos los que sostenemos esta sociedad?

martes, 11 de septiembre de 2012

Buenos pastores


De regreso tras un período de descanso. Tenemos muchas cosas que contarnos. Déjenme que comience por una de casi al final, de este pasado sábado por la noche.

Hace treinta años —con dieciocho añitos— quiero pensar que el Espíritu Santo, la Iglesia, la necesidad y la temeridad propia de la edad me puso como monitor —entonces todavía no nos llamábamos educadores— de un grupo de juveniles (13-14 años) del movimiento Junior (tampoco llevaba la “s” final). A algunos de aquellos chavales no les había vuelto a ver desde hace veinte años.

El sábado, y principalmente a través de Facebook —que nadie vuelva a poner en duda en mi presencia la ineficacia de las redes sociales, y menos hablar de la deshumanización que provocan, porque también sirven para lo contrario— organizaron una cena. Y allí nos juntamos nueve de ellos y cuatro de los que fuimos sus monitores.

¡Vanidad de vanidades! Todavía me cuesta cruzar algunas puertas estrechas y no humedecer los ojos...

Ya les iré contando cosas, porque valen la pena.

El caso es que, ya llevábamos varios platos de “picoteo” cuando se me ocurrió sugerirles llamar al que era nuestro párroco hace treinta años y saludarle por teléfono. Aprobación general. Saludamos. El teléfono fue pasando de mano en mano.

Antes de los cafés aquel sacerdote estaba en la mesa sentado con nosotros. Era casi medianoche. Tenía dos entierros al día siguiente. Estuvo un ratito y se marchó, no sin antes invitarnos a sus bodas de oro sacerdotales el próximo 22 de diciembre. Imaginen su edad. Seguro que allí estaremos los trece, y algunos más. Puede que hasta con guitarras y bandurrias.

Don Pepe —que así le llamábamos— fue esa noche la personificación perfecta del buen pastor que, escuchando a sus ovejas “distraídas” por el mundo, acudió en su busca para volverlas a traer hacia él...

En este Año de la Fe que está a punto de comenzar, ojalá todos los que formamos parte de la Iglesia, pero sobre todo sus pastores, sepan descubrir en el mundo a esas personas necesitadas del Pastor, sobre todo, a las que un día estuvieron más próximas y hoy andan medio perdidas. Ojalá que todos, y ellos especialmente, colaboren con el Buen Pastor saliendo en su búsqueda, allí donde se encuentren, para volverlas a traer a casa..

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