En vivo y en directo. Autocrítica sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre. Basta de excusarse en el mundo, la vida o la sociedad. ¿Acaso no formamos parte del mundo? ¿No somos dueños de nuestra vida? ¿No somos los que sostenemos esta sociedad?

martes, 11 de octubre de 2011

Diario de un catequista (III)


Buscando ayuda desesperadamente

A ver por dónde empiezo... Habrá que planificar estos dos años. Ni soy maestro, ni pedagogo. Vale. He sido monitor de tiempo libre y animador juvenil y no se me daba mal, aunque hace bastantes años. También tengo facilidad para hablar en público. Doy cursos para desempleados y los alumnos dicen que lo hago ameno y bien... Claro que lo de la catequesis es distinto a enseñar a hacer cualquier filigrana con el PhotoShop (y eso que el PhotoShop es inagotable).

He de reconocerlo: necesito ayuda técnica. Habrá que buscarla...

Primera opción, el párroco. A fin de cuentas, él me ha metido en esto (es una forma de hablar: ya sé que es algo entre Tú y yo). ¿Qué material se ha venido utilizando? ¿Qué hacemos? No sé en otros casos. En el mío la respuesta fue vaga y plena de libertad. Vamos, poco menos que un búscate la vida. Confianza ciega, oye. Espero que Dios se acuerde de escribir con renglones torcidos...

Segunda etapa, acudir a conocidos. Para eso están los amigos, ¿no? Conozco a más sacerdotes —algunos con responsabilidades diocesanas— y también a otros seglares comprometidos. Tras lanzar las redes, algún pésame, alguna palmadita en la espalda o sonrisa condescendiente, algo de ánimo y alguna recomendación sobre materiales utilizados y publicados en otras diócesis.

Si no fuera porque sé que estás Tú, casi diría que estoy solo. Pero no. Otros me han precedido, y otros vendrán tras de mí. Será cosa de encaminarme a la tercera estación de este particular vía crucis...

La librería religiosa de turno. Uno también tiene conocidos ahí y te llenan los brazos —y la cabeza— con varias posibilidades. Para compensar, es la cartera la que adelgaza y, como te sabe mal, guardas un ticket que nunca cobrarás para que —como mucho— te hagan un recibo de donativo por valor de su importe.

Tras hojear un poco unas y otras, es cuestión de decantarse. Adquieres unos cuantos libros y encargas otros que recuerdas que te marcaron en tu juventud... Después, a casa para echarles un vistazo...

¿La primera impresión? Un poco infantiles. Temática, tratamiento, dinámicas y actividades. Casi parecen de Primera Comunión. Se supone que son jóvenes de 15-16 años. Esto de unir palabras de dos columnas, como que no lo veo. Claro que hojeando el libro de historia de mi hija en 4º de la ESO... En fin... Creo que podrá servir de guía, pero tendré que “currarme” la mayoría de las dinámicas por mi cuenta, incorporando un poco de nuevas tecnologías para que tengan mayor tirón.

Y hablando de nuevas tecnologías, habrá que ver qué se puede pescar por Internet, aunque con cuidado. Cualquiera puede publicar ahí. Si hablamos de la fe de la Iglesia, habrá que asegurarse que es auténtica y no una fe edulcorada, deformada o manipulada.
Además, el copia-pega nunca ha sido actividad de mi gusto, aunque en algunos casos puede servir de base o inspiración, para qué vamos a engañarnos... Tendré que crear mi propia carpeta de recursos en el ordenador.

¿Por qué no me encargaron esto cuando tenía más tiempo y energías?

No hay comentarios:

Publicar un comentario