En vivo y en directo. Autocrítica sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre. Basta de excusarse en el mundo, la vida o la sociedad. ¿Acaso no formamos parte del mundo? ¿No somos dueños de nuestra vida? ¿No somos los que sostenemos esta sociedad?
martes, 29 de noviembre de 2011
Ocultos por la leyenda (negra)
Imaginen a un ejército armado reprimiendo y maltratando a una multitud de hombres, mujeres, ancianos y niños. Tratándolos como mercancía. Matándolos, incluso. Y a hombres de negocio haciendo eso, negocio.
Imaginen es ese momento a un hombre de vestimenta humilde y voz firme y poderosa. No por el timbre o potencia de su garganta, sino por el contenido de sus palabras, por la pureza de su alma. Un hombre que se encarama a un lugar elevado para que todos puedan oírle. Un hombre que no tiene miedo a represalias.
“Para daros a conocer estas verdades me he subido aquí yo, que soy la voz de Cristo en el desierto de esta isla. Y, por tanto, conviene que con atención no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos, la oigáis; la cual voz os será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír.
Esta voz os dice que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes.
Decid: ¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes, que estaban en sus tierras mansas y pacíficas donde tan infinitas de ellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades en que, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? Y ¿qué cuidado tenéis de quien los adoctrine y que conozcan a su Dios y creador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?
¿Éstos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto que en el estado en que estáis no os podéis más salvar que los que carecen y no quieren la fe de Jesucristo”.
Este sermón, del que se cumplen 500 años, fue pronunciado por un dominico, Fr. Antón de Montesino O.P., el 21 de diciembre de 1511, en La Española. No fue el único. Si quieren saber más del mismo: http://www.dominicos.org/500-sermon-montesino. Y aún con el tiempo pasado, no deja de resonar, en algunos aspectos, muy actual.
Demasiadas veces —aún a menor escala— sometemos a nuestros hermanos, les tratamos como mercancía, como instrumentos para conseguir nuestros fines. Cambian las circunstancias y los nombres pero, en el fondo, aquellas palabras de hace 500 años pueden ser aplicables a nosotros de vez en cuando. Y si no, deberían ser nuestras. Deberíamos ser nosotros quienes las pronunciásemos en esta sociedad tan necesitada de oírlas.
La Iglesia católica, con todos sus errores, fue la responsable de suavizar una colonización que, sin ella, habría estado llamada al exterminio, como sí ocurrió en otros lugares donde no intervino. El resto, es leyenda negra.
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