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martes, 15 de noviembre de 2011

La "buena" voluntad


El pasado once de noviembre, el Papa recibió a obispos responsables de la pastoral del voluntariado y a representantes de los organismos caritativos de la Unión Europea, que participan en el encuentro promovido por el Consejo Pontificio Cor Unum, en el Año Europeo del Voluntariado.

“En estos momentos caracterizados por la crisis y la incertidumbre —dijo Benedicto XVI—, vuestro compromiso es motivo de confianza, ya que demuestra que el bien existe y crece entre nosotros”. “Para los cristianos, el voluntariado no es sencillamente una expresión de buena voluntad. Se basa en su experiencia personal de Cristo”, afirmó, añadiendo que la gracia “nos ayuda a descubrir dentro de nosotros el deseo humano de solidaridad y la fundamental vocación al amor”.

Y es que la buena voluntad no basta. Dice el refrán que de buenas intenciones están llenos los cementerios. Aunque parezca reiterativo, la buena voluntad tiene que ser Buena. Con mayúsculas. Como dice el Papa, teniendo su origen en la experiencia personal con Cristo.

Buena voluntad tienen los dictadores y golpistas, algunos terroristas y hasta quienes matan en nombre de Dios. Pero, en realidad, obviamente, su voluntad no es Buena. Es fácil llegar a esa conclusión.

Menos fácil de ver es cuando a veces nos contentamos con decir y pensar que hacemos lo que podemos. Valoramos el tiempo que invertimos y las buenas intenciones que tenemos, pero olvidamos que la calidad de ese tiempo y de lo que hacemos también es importante y determina en buena parte el resultado final de nuestro trabajo.

Está claro que cuando anunciamos el Evangelio no estamos solos y que si lo hacemos como toca, el Espíritu Santo se encargará de lo más duro. Pero eso no es óbice para no prepararnos, para no formarnos, para no reconocer nuestros límites y saber hasta dónde podemos llegar.

Deberíamos ser muy exigentes cuando se trata de educación en la fe. En este terreno, la buena voluntad no basta. La nobleza de la causa, obliga.

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