¿imposible?

Estos días me ronda por la cabeza una vieja canción que solía cantar gente del movimiento de los Focolares —y algunos otros— allá por la década de los ochenta. Lo cierto es que no consigo recordar la melodía ni la letra de las estrofas, pero sí del estribillo. Decía algo así como que “es imposible no creer en Ti, es imposible no encontrarte a Ti, es imposible no hacer de Ti mi ideal”...

De verdad que si alguien la recuerda y me la tararea se lo agradeceré, pero ése no es el tema que pensaba plantearles. Viendo el mundo que nos rodea, el importante número de los que se declaran agnósticos, ateos, o no practicantes, ¿es imposible no creer en Ti?

Me temo que en aquellos años post-hippie pecábamos de inocencia y que en las décadas posteriores hemos pecado de todo lo demás.

Porque hoy por hoy, no sólo no es imposible no creer en Dios, sino que casi que está mal visto y se nos “respeta” a los creyentes por cuestiones de talante democrático, aunque mejor si nos dedicamos a estas cosas encerrados en nuestras casas y sin hacer ruido. El ateísmo siempre ha sido beligerante con la religión. Mucho más que esta última con aquél, aunque nos intenten demostrar lo contrario a base de repetirlo. Pero éste es otro tema.

La cuestión es que muchas personas —cada vez más— no creen en Dios. ¿Y saben qué es lo más doloroso de todo esto? Que sigo convencido de que la canción tenía razón. Sigo pensando que es imposible no creer en Ti.

¿Cómo puede alguien rechazar a un Dios que nos llama a amarnos mutuamente, a practicar la justicia, la solidaridad, a compartir? ¿Cómo es posible rechazar a un Dios que nos ama tanto que nos permite actuar con libertad plena y absoluta para hacer el bien o el mal? ¿Cómo no creer en un Dios que nos ama hasta el extremo y más allá?

Pero Dios es más que eso. No se trata de mensajes o actos de amor por muy extremos que sean. La fe en Dios nace de un encuentro entre personas: Él y cada uno de nosotros. Quizá en explicar eso hemos fallado.

Sí. Es imposible no creer en Ti. Pero primero hay que encontrarte. Para quien encuentra a Dios, bebe de sus palabras y se alimenta de sus sacramentos, es imposible no creer.

El problema es que ya se hizo hombre una vez, y a ninguno de los que hoy habitamos este planeta nos ha sido dado el vivir esa experiencia de tenerle frente a frente como uno de nosotros. Y ése es el problema. Mucha gente no cree en Dios porque no le conocen. Y no le conocen porque los que decimos que sí le conocemos no le damos a conocer. Parece un trabalenguas, ¿verdad? Pues es una acusación en toda regla. Un “mea culpa”.

El mundo debería encontrar a Dios en cada uno de nosotros, cristianos. En nuestras palabras. En nuestros hechos. En nuestros comportamientos entre nosotros y para con los demás. Al vernos, deberían reconocer que somos sus discípulos, porque de esa forma llegarían a verle a Él. A través del discípulo llegarían al Maestro, de la misma forma que a través del Hijo se llega al Padre. Sin embargo, no es así. No porque falle la teoría, sino la práctica. Es un fallo nuestro. Porque es cuestión nuestra hacer imposible que la humanidad no crea en Él. Con su ayuda, pero cosa nuestra.

Me temo que mi olvido casi completo de esta canción tiene mucho que ver con mi propia debilidad y dejadez en este aspecto. Y me temo que no soy el único.