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martes, 20 de septiembre de 2011

Las otras bendiciones


Si ustedes las han solicitado alguna vez, quizá saben de qué hablo. Si van a su Obispado —o directamente en la Librería Vaticana, en Roma— pueden solicitar un pergamino con la bendición del Papa. Suele hacerse con motivo de la celebración de matrimonios, aniversarios de boda y hasta bautizos. En función del modelo que escojan —los hay que incorporan foto— les invitarán al pago de una pequeña cantidad de dinero. Lo que quizá muchos de ustedes no sepan es el destino de esos euros.

Pues no es ningún secreto. Todos los años, entre los meses de septiembre y octubre, la Santa Sede hace pública una memoria que contiene las actividades del año anterior, incluyendo los datos de la gestión económica.

De esta manera, es posible saber que esas pequeñas cantidades que ustedes aportan cuando solicitan esas “bendiciones”, una vez descontados los gastos de impresión y envío, son destinadas al auxilio directo a familias necesitadas. En concreto, alrededor de siete mil familias se beneficiaron de ello en el año 2010.

Un pequeño gesto, como regalar un pergamino con una bendición, tiene un beneficio doble: la bendición para los destinatarios del pergamino, y la bendición que supone la ayuda económica para familias necesitadas.

Ahora que ya lo saben, quizá vean esto de las “bendiciones” de otra forma.

Desde luego, no como un negocio. Ni como algo inútil que no sirve para nada, ni va a ninguna parte.

A veces no nos damos cuenta que cambiar el mundo, convertirlo en un lugar más justo y fraterno, depende en gran medida de pequeños gestos y no de grandes movilizaciones más o menos agresivas.

La Iglesia es maestra en construir grandes obras a través de esos pequeños detalles.

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