En vivo y en directo. Autocrítica sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre. Basta de excusarse en el mundo, la vida o la sociedad. ¿Acaso no formamos parte del mundo? ¿No somos dueños de nuestra vida? ¿No somos los que sostenemos esta sociedad?
miércoles, 10 de octubre de 2012
Calidad de vida
La cuestión la tengo muy cercana. Déjenme hacer con ustedes una breve reflexión en voz alta, porque puede ser que nos equivoquemos de enfoque al enfrentarnos a la “calidad de vida” de nuestros mayores. Si no del todo, sí en algo...
Asumimos que la calidad de vida va asociada a la capacidad de una persona para ser feliz, para valerse por si mismo para lograrlo. Obviamente, en todo esto hay calidad de vida, pero no es lo único. La persona dependiente, la que padece una enfermedad de la que no va a mejorar nunca, también puede contar con una excelente calidad de vida si tiene a personas a su alrededor que la cuidan con amor. Puede que incluso más que otros que, aún valiéndose por si solos, no tienen a nadie cercano.
Quizá no sea cuestión —ésta de la calidad— dependiente solo de la percepción que tiene el enfermo de su propio estado. Ni de la que imaginamos los que vivimos a su alrededor. Ni siquiera de dolores, movilidades, sufrimiento y otras circunstancias objetivas. Quizá el elemento principal sea el amor. Con independencia de si es o no reconocido, de la capacidad de percibirlo.
Quizá un enfermo amado, aún en estado vegetativo o casi, incluso entre inmensos dolores y sufrimientos, puede tener mejor calidad de vida que muchas personas sanas que andan y triunfan por la vida.
Quizá lo más grave no es que no seas capaz de sostener sin ayuda la cuchara que te alimenta. Quizá lo más grave es no tener a una persona que haga eso por ti por amor...
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