En vivo y en directo. Autocrítica sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre. Basta de excusarse en el mundo, la vida o la sociedad. ¿Acaso no formamos parte del mundo? ¿No somos dueños de nuestra vida? ¿No somos los que sostenemos esta sociedad?
martes, 25 de septiembre de 2012
El buen rebaño
Siempre he pensado —¡vanidad de vanidades!— que junto a la parábola del Buen Pastor en el Evangelio debería aparecer la del buen rebaño. O mejor, de las buenas ovejas. Aquéllas que reconocen la voz de su Pastor y obedecen, se dejan guiar y cuidar por él...
No es una tontería. ¿Cuántas veces sabemos lo que hay que hacer y no lo hacemos? ¿Cuántas veces preferimos hacer oídos sordos a la voluntad de Dios? No siempre nos engañan. En la mayoría de ocasiones nos mentimos a nosotros mismos, nos convencemos de lo que, a nuestro juicio, más nos conviene, menos molesta o incomoda.
Decididamente, no siempre somos un buen rebaño, buenas ovejas, que siguen a su pastor.
Y serlo no significa despreciar el uso de la razón, ni un seguidismo masificante y atontolinado. Ser buen rebaño no implica la desaparición de un espíritu crítico. Precisamente al contrario. Ser buen rebaño significa potenciar la crítica y la reflexión para descubrir y distinguir al pastor bueno del malo. Y cuando la razón no puede darnos respuesta, acudir a la oración.
¡Cuántos en la Iglesia desoyen a sus pastores, que lo son por encargo del único Pastor! ¡Y no siempre por culpa de esos pastores! ¡Cuántas veces por una simple pose, un cliché, sin leer ni escuchar!
¡Bienaventurados los mansos que se dejan llevar por Dios!
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