En vivo y en directo. Autocrítica sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre. Basta de excusarse en el mundo, la vida o la sociedad. ¿Acaso no formamos parte del mundo? ¿No somos dueños de nuestra vida? ¿No somos los que sostenemos esta sociedad?

martes, 27 de diciembre de 2011

Inocentes ...


Noche apacible y sosegada. Noche tranquila, sin las idas y venidas de la noche más santa. Noche sin pastores, ni ángeles que anuncian y cantan. Noche sólo para José, María y el Niño.

José despierta entre gritos y un baño de sudor frío. También lo hace María, alertada por su esposo, inquieta por si le ha pasado algo al Niño. Un rápido vistazo a la cuna. Respira. Duerme. Todo está bien...

Sin embargo, José se ha levantado y anda inquieto. Recoge las cosas e insta a María a hacer lo mismo.

— ¿Qué pasa, José? ¿Qué haces?
— Tenemos que irnos, María. El Niño corre peligro.
— Pero, ¿qué dices? ¿Quién puede querer hacer daño a un niño, a este Niño?
— Un ángel apareció en mi sueño y me advirtió. Herodes quiere matarlo...
— ¿Matarlo? ¿Por qué?
— El porqué no importa. Siempre hay quien encuentra razones para justificar sus actos. Corre, María. Cada minuto que pasa están más cerca. El ángel me dijo que debíamos huir a Egipto.
— Pero José... ¿Sabes lo lejos que está Egipto? No conocemos a nadie allí, y Jesús todavía es muy pequeño...
— Dios nos ha hecho responsables de su Hijo, María. Lo ha puesto bajo nuestro cuidado. Si quiere que vayamos a Egipto, allí iremos...

martes, 20 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!


Navidad no es una fiesta cualquiera, no. En Navidad todos somos un poco más ricos, aunque sólo sea porque una gran parte de personas se pasan estos días comiendo cosas dulces y “ricas”. Por eso quizá, también, somos un poco más dulces, aunque sólo sea por fuera.

Pero, indudablemente, la Navidad bien entendida es tiempo de felicidad. Unos, recuerdan; otros, son recordados. La mayoría, nos reencontramos. Con viejos amigos, con familiares, con aromas, con canciones, con tradiciones y sabores.

En Navidad, algunos tienen mejores sentimientos; otros, los descubren por vez primera.
Y en general, durante unos días, todos nos sentimos mejores, más amables, más pacientes, más capaces, más humanos, más ...

Los hay que son ricos en generosidad. Y los hay que son ricos al recibir los frutos de ese amor. Unos se enriquecen porque regalan. Otros, porque reciben regalos. Unos, porque aman; y otros, porque son amados... ¡Hay tanta riqueza en amar, como en dejarse amar!

martes, 13 de diciembre de 2011

Síndrome del minuto


Quizá exagero, pero creo que nos hemos vuelto esclavos de la cultura del minuto.

Basta con un minuto para hacer feliz a alguien con una sonrisa. En un simple minuto se puede salvar una vida. En sólo un minuto se puede amar y odiar, buscar y encontrar, dar y recibir, perdonar y ser perdonado, esperar, creer, vencer y ser derrotado, ganarlo todo y perderlo todo, ser o no ser. Por todo ello, alguien dijo una vez “¡carpe diem!”, vive cada minuto como si fuera el último, exprime el momento...

No voy a poner en duda que cada minuto es importante. Ni lo bien que suena. Ni que a todos —o casi todos— nos gusta “El club de los poetas muertos”. Ni el atractivo romanticismo de vivir la vida a tope y sin reservas. No voy a ponerlo en duda, porque es cierto.

Además, llevan años —si no siglos— bombardeándonos con esa idea: el pasado ya no existe, el futuro es incierto, vive el presente. Sólo existe el instante...

El problema —me parece— está en la velocidad de ese minuto. La cuestión es que el minuto no nos deja ver la hora, el día, la semana, el año, lo eterno...

martes, 6 de diciembre de 2011

Islas navideñas


No me refiero a accidentes geográficos. Como en otras ocasiones, me permito tomarle prestado el concepto a Benedicto XVI. Atrevido que es uno...

El pasado 2 de diciembre el Santo Padre recibió a un grupo de fieles llegados de la región alemana de Bavaria —su tierra natal— con quienes compartió reflexiones sobre el Adviento. El Papa explicó que, en nuestro tiempo, las auténticas tradiciones de Navidad se convierten en "islas de fe" para el alma en medio de momentos llenos de actividad desenfrenada y excesivo consumismo.

No me cansaré de decirlo: ¡qué gran sucesor de Pedro tenemos!

Porque tiene toda la razón. Y cada vez más. Si hasta los comercios que hacían referencia a la Navidad ya ni pronuncian la palabra en público y se dedican a felicitar las fiestas y colgar adornos asépticos y aconfesionales, no sea que alguien pueda molestarse. Recuerdo que hace años se decía que uno sabía que llegaba la Navidad gracias a las fachadas y anuncios de una gran superficie con logo triangular de fondo verde, que contrastaba con el silenciamiento público de tal palabra perpetrado por el resto de la sociedad. Dentro de poco, ni eso. La omisión del vocablo va calando.