En vivo y en directo. Autocrítica sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre. Basta de excusarse en el mundo, la vida o la sociedad. ¿Acaso no formamos parte del mundo? ¿No somos dueños de nuestra vida? ¿No somos los que sostenemos esta sociedad?

martes, 26 de abril de 2011

Excusas


Si las buscas, siempre encuentras. Las hay muy socorridas y de todo tipo. Desde “mi mamá no me deja” hasta todo un clásico: “no tengo tiempo”. También funciona el “no llevo suelto”, “no está en mi mano”, “el que hace lo que puede no está obligado a más”, y muchas otras que todos alguna vez —en realidad, muchas veces— hemos usado.

A veces es simplemente porque tu equipo perdió el día anterior, ha salido nublado, o un tipo (o tipa) —bueno, dejémoslo en “alguien”— aparcó la mitad de su coche en la puerta de tu garaje...

Esos días, cuando apenas llevas en pie una hora, ya sabes que las cosas van a ir mal. Y pobre de aquél al que pilles en medio. Puede que sea el coche aparcado el que se lleve una patada. Quizá otro conductor se lleve tus gritos y “buenos deseos” para el día que comienza. Quien sabe si un compañero de trabajo que te dirigirá una mala mirada...

El caso es que siempre encontrarás un factor externo a ti que lo explique todo, que justifique tu actitud y tu forma de proceder.

martes, 19 de abril de 2011

Confundir fin y medio


A fuerza de escuchar soflamas y grandes palabras, nuestra sociedad comienza a confundir las cosas. Ya lleva tiempo. Al menos, me da esa impresión.

Lo comento a raíz de los acontecimientos que han convulsionando el norte de Africa hace unos meses y que poco a poco parecen estabilizarse: la comunidad internacional está actuando militarmente en Libia, mientras las protestas se han acallado en países como Jordania, Marruecos o Bahrein, y se reprimen duramente en Siria, sin contestación exterior.

No quiero entrar en justificaciones, ni en ponerme del lado de dictadores con apariencia democrática. No dudo de la existencia de razones más que sobradas para que un pueblo pueda levantarse contra sus tiranos, ni de las buenas intenciones de muchos de los manifestantes, ni de la mala fe de otros, que se entremezclan y aprovechan de aquéllos.

martes, 12 de abril de 2011

Poder y Gloria ...


O sólo gloria. A la mayoría de los mortales —¡qué manía!, si somos inmortales, en realidad— nos basta con eso. Ya dice el dicho que todo el mundo tiene derecho a sus cinco minutos. Además, somos humanos. Necesitamos el reconocimiento de los demás, las palmadas en la espalda y el aplauso cuando acertamos, cuando hacemos las cosas bien. La verdad es que también —especialmente— cuando las hacemos mal. ¿Por qué negarlo? Al César, lo que es del César...

Pero, ¿qué ocurre cuando se trabaja para Dios, o se dice trabajar para Él, cuando nos empeñamos en labores para anunciar su Reino? ¡Resulta tan fácil decirlo y tan difícil sentirlo!

No sé a ustedes, pero a mí me ocurre a menudo. Intento hacer las cosas —sobre todo éstas— de la mejor manera posible. Que sean originales, impactantes, que cumplan su cometido, para mayor gloria de Dios. Me lo repito, constantemente. Lo digo a todo el que quiera escuchar: a mayor gloria de Dios. Y sin embargo..., ¡cuesta tanto aislar eso del reconocimiento personal que tu labor va a tener o merece! La mente va más rápida que la voluntad. Estás creando, no has acabado, y ya estás imaginando las repercusiones, los asentimientos, las muestras de alabanza. ¡Cuánto daño hace el aplauso, y también su ausencia! ¡Es tan fácil decirlo y tan difícil sentirlo!

martes, 5 de abril de 2011

¿Desconocimiento u omisión?


El día 15 de febrero saltaba la noticia en la prensa generalista. Bajo un sugerente titular —”¿Han visitado extraterrestres la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén?”— la noticia se hacía eco de un par de vídeos que circulan por Youtube y que recogerían el momento en que “una bola de luz blanca desciende lentamente sobre la Explanada (tercer lugar más sagrado para el islam), planea durante unos diez segundos sobre la dorada Cúpula de la Roca y vuelve a ascender al espacio a gran velocidad”. He preferido copiar y pegar y entrecomillarlo...

¿De extraterrestres? ¿De OVNIs? ¿De esto va hoy...? Pues no.

No soy judío. Ni pro-semita. Ni anti-musulmán. Pero hay cosas que, por desconocimiento o por omisión, claman al cielo. Para que no haya dudas, creo en el derecho de judíos y palestinos —no todos son musulmanes, también los hay cristianos (otra omisión imperdonable)— a convivir en paz en la tierra de sus antepasados. Creo en la necesidad de dos estados independientes que se respeten y reconozcan mutuamente, y que colaboren como buenos vecinos y compartan sus recursos. Sé que el tema de Jerusalén es conflictivo y de difícil solución, aunque también es cierto que es un lugar donde cohabitan —convivir es otra cosa— personas de las tres religiones implicadas sin demasiados enfrentamientos...